Los cristales templados del automóvil

El vidrio templado sale de fábrica, como su nombre indica, provisto de un temple superficial que hace que en caso de accidente, en vez de romperse de forma cortante, se divida automáticamente en gran cantidad de pequeños fragmentos, de forma que no pueda crear aristas cortantes, ni de grande ni de mediano tamaño. El procedimiento de fabricación consiste en calentarlo y aplicarle de inmediato un enfriamiento brusco a base de aire frío que crea diferentes tensiones moleculares en las partes externas con relación a las partes internas, lo que determina el comportamiento que hemos descrito en caso de ser objeto de un golpe.

Este tipo de cristal ya demostró en su tiempo que era mucho mejor que el cristal corriente pero seguía siendo peligroso en el parabrisas porque los pequeños fragmentos que soltaba si bien no eran altamente cortantes, también estaban dotados de pequeñas aristas que producían heridas superficiales. Además, en el caso de golpes procedentes de piedras lanzadas por otros vehículos también podían fraccionarse y en este momento dejaban al conductor sin visibilidad aunque no llegaran a hacer ningún daño material, pero en una situación comprometida para la conducción. En consecuencia, el cristal templado generalmente se utiliza sólo en la luna trasera mientras los cristales que pueden recibir golpes internos por parte de los pasajeros son de cristal laminado, especialmente la luna del parabrisas.




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