Luneta térmica del automóvil

Uno de los inconvenientes más fastidiosos que dificultan en mucho la conducción durante la lluvia o en tiempo frío y húmedo, es la condensación de vapor de agua que se efectúa en el interior del habitáculo del automóvil, lo que pasa a empañar los cristales y a dificultar la visión del conductor con respecto a los demás vehículos de la ruta. Esta situación es muy peligrosa y cuando se produce puede ser causa de gran cantidad de accidentes. Especialmente la luna trasera por la que el conductor puede ver con la ayuda del retrovisor central el estado del tráfico que se sigue es muy delicada en este sentido.

Para eliminar este defecto, los fabricantes de automóviles han tenido que encontrar la manera más efectiva posible de que la luneta trasera no se empañe y permanezca en estas condiciones desfavorables, de forma que pueda encontrarse siempre en buen estado de transparencia. Para ello, el sistema utilizado es la inclusión de una resistencia calefactora en el cristal que, al calentarlo, impide la formación de condensaciones cuando éstas son posibles. Esta resistencia está compuesta por un hilo muy fino que se inserta en el cristal y se alimenta con la corriente procedente de la batería desde un interruptor que el conductor tiene a mano en el panel de mandos del automóvil (Fig. 11).

El calor producido al circular la corriente por la resistencia hace que, en épocas frías, el hielo o nieve se elimine, así como el vapor de agua condensado sobre la luneta. Un esquema muy general se indica en la figura 12. En muchos portones traseros que se ven obligados a llevar limpiaparabrisas, el complemento necesario para la limpieza del cristal se consigue por medio de la luneta térmica. Ahora vamos a referirnos exclusivamente a la luneta térmica como accesorio independiente y de la forma que se suele montar en las carrocerías denominadas de tres volúmenes que son las más limpias en lo que respecta a la luneta trasera.