Amortiguadores y suspensión antiguamente

Amortiguadores y suspensión antiguamente

Los primitivos automóviles de finales del siglo XIX eran básicamente carruajes de caballos con motor. Las velocidades que alcanzaban eran muy reducidas y apenas necesitaban suspensión. Según fueron incrementándose las prestaciones se fue haciendo patente la exigencia de dotarlos de confort y manejabilidad. De hecho hasta 1898 las primeras suspensiones eran simples ballestas (aúnan cualidades elásticas con cierto poder amortiguante) como las de los coches de caballos.

Enseguida se vio la necesidad de amortiguar el movimiento oscilatorio que creaban las ballestas. Así, entre 1898 y 1899 y basándose en un invento para bicicletas los fabricantes comienzan a instalar unos primeros amortiguadores que consistían en dos simples brazos unidos mediante un tornillo con un disco de fricción entre ellos. La resistencia se ajustaba apretando o aflojando el tornillo. Como es de esperar, estos amortiguadores no eran muy duraderos, y su funcionamiento dejaba bastante que desear.

Nota: aún hoy en día se siguen empleando ballestas, pero como elemento elástico en conjunción con modernos amortiguadores telescópicos. Su uso se restringe a vehículos pesados como camiones, camionetas, todo terrenos e incluso algún deportivo de renombre como el Chevrolet Corvette.

Entre las pegas que presentan los amortiguadores de fricción frente a los actuales amortiguadores hidráulicos se encuentran las siguientes:

  • En tanto no se supera la fuerza de fricción la suspensión permanece bloqueada, y el vehículo queda sin suspensión.
  • Una vez superada dicha fuerza de fricción, la fuerza amortiguadora disminuye en vez de aumentar con la velocidad, como sería deseable.
  • Su comportamiento se altera con el desgaste.
  • Es necesario reponer las piezas desgastadas periódicamente.

El uso de amortiguadores de fricción en automoción es ya prácticamente inexistente.




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