Motor de automóvil sobrecalentado

Cuando un motor se ha sobrecalentado en virtud de un sobreesfuerzo y su aguja ha llegado a encender la luz roja de peligro, la reacción normal de todos los conductores consiste en pararlo y en esperar un rato a que se enfríe. Esta no es, evidentemente, la mejor reacción. Si el motor se para y se deja enfriar por la propia transferencia de su calor a la atmósfera puede fácilmente ocurrir que las válvulas de la culata se agarroten y que la junta de culata se agriete, entre otros muchos males semejantes debidos a la alta dilatación de los materiales.

Por el contrario la mejor forma de actuar es parar de inmediato el automóvil, dejando el motor que gire a ralentí; bajar rápidamente del coche y abrir el capó del cofre. Esto ya representará un alivio a la alta temperatura existente en el interior del habitáculo del motor. Sin perder tiempo hay que mirar que el ventilador del radiador esté funcionando y también comprobar el nivel del líquido en la botella de expansión, pero sin tratar de quitar su tapón ni el tapón del radiador (si lleva dos tapones).

Si en estas condiciones el ventilador no funciona podemos asegurar que ésta será la causa del calentamiento. No tendréis más remedio que parar el motor porque entonces el sistema de refrigeración no aportará agua fría al circuito y el mal se podría agravar.

En este caso, un mecánico sería capaz de llegar hasta el termocontacto sin quemarse, y hacer en menos de dos minutos un «puente» entre sus contactos con lo que es muy posible que el ventilador se pusiera ahora en funcionamiento. Una vez conseguido esto, se puede proceder a poner el motor en marcha a ralentí y la fuerza del ventilador moderará en poco tiempo la temperatura de la culata.




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