La seguridad en los automóviles

La seguridad en los automóviles

Los automóviles que se fabricaban en el mundo hasta la década de los cincuenta, en el siglo XX, se caracterizaban por su tremenda robustez exterior. Les parecía a sus constructores que una sólida viga de acero colocada en la parte más adelantada del vehículo, y otra viga no menos resistente instalada en la parte trasera, formando un inalterable parachoques, era la mayor garantía para asegurar una máxima protección al conductor y a los demás ocupantes del vehículo. Por si ello fuera poco, el bastidor alargaba sus puntas hasta el máximo extremo posible dando al conjunto una solidez casi propia de un tanque. Ante este espectáculo, el usuario se sentía, en el interior del automóvil, perfectamente protegido ante cualquier accidente que pudiera ocurrirle.

La realidad, sin embargo, no podía ser más diferente. En la práctica, se observó un altísimo porcentaje de muertos y heridos muy graves, cada vez que se producía un accidente en el que, curiosamente, el vehículo quedaba prácticamente intacto y, en el peor de los casos, con ligeros desperfectos de escasa consideración. No obstante, había sido una tumba para sus ocupantes. Estaba claro que la seguridad de las personas en el interior del automóvil no dependía directamente de la robustez del vehículo sino de los golpes que los ocupantes recibían al ser violentamente lanzados contra la misma estructura interna del habitáculo, y estos golpes eran los que ocasionaban los altos índices de mortalidad —por número de coches en circulación—que se producían en aquellos momentos.

De esta forma, se llegó a la importantísima conclusión de que, en caso de accidente, el segundo golpe es el que mata, es decir, no el primer golpe que el vehículo se da contra otro automóvil, contra un árbol o un muro, sino el desplazamiento inevitable que la inercia proporciona a los cuerpos de los ocupantes, que salen proyectados de sus asientos a una gran velocidad y materialmente se estrellan contra los montantes de la carrocería, el volante, cristales, techos, guanteras, etc., del automóvil.

El nuevo conjunto de cinturones de seguridad de Ford montará nuevos pretensores (arriba) y un sistema (abajo) que soltará cinta de manera de controlada en caso de colisión violenta

La primera solución que se dio a este problema consistió en algo tan simple como estudiar la forma de proporcionar un sistema de sujeción de los cuerpos, especialmente de las personas que corrían mayor riesgo, es decir, del asiento que se encuentra al lado de conductor (el más peligroso), y del conductor mismo. Esto dio origen al invento de la aplicación de un cinturón de seguridad que los ocupantes debían llevar siempre debidamente colocado cuando transitaran en automóvil. De esta forma, si se producía una deceleración muy rápida como consecuencia de un choque, los cuerpos quedaban sujetos por el cinturón y no se desplazaban con violencia sobre los muchos obstáculos duros y contundentes que la carrocería de un automóvil presenta en su habitáculo.

En los primeros tiempos, el montaje de los cinturones de seguridad no era obligatorio y tampoco, por supuesto, la imposición de llevarlos siempre colocados cuando el coche circulaba. Ya entonces se observó que en el caso de accidentes poco importantes, los usuarios que iban provistos de cinturón de seguridad salían del vehículo prácticamente ilesos, mientras en aquellos accidentes, también poco importantes, en los que no se hacía uso de este accesorio, los ocupantes debían visitar el hospital.

El cinturón de seguridad prehistórico era de los llamados de bandolera, es decir, solamente sujetaba el cuerpo a través del pecho, pero no lo hacía por la cintura. Ello era una ayuda pero no impedía el desplazamiento del cuerpo ante la caprichosa resolución de las fuerzas de inercia, la posición inicial de la que partía el cuerpo y la trayectoria del automóvil durante el accidente, de modo que los golpes de la cabeza contra los cristales, con los consiguientes importantes daños, se siguieron produciendo. Más tarde, cuando desde la administración se le dio la importancia que merece a este accesorio, se complementó con la sujeción del cuerpo por la zona del vientre, siendo de este tipo los cinturones de seguridad que se aplican ahora.

Los cinturones de seguridad han salvado muchas vidas pero en casos concretos han llegado a ser manifiesta causa de muerte (supuesto, desde luego, el grave accidente) por estrangulación o por haber quedado el pasajero aprisionado entre los hierros del automóvil. En la gran mayoría de estos casos, el defecto parte de la mala colocación con la que los pasajeros suelen ponerse el cinturón. Por lo general, y especialmente a las mujeres, les parece insoportable mantener durante el tiempo que dura un largo viaje la opresión del cinturón sobre su cuerpo, pero la realidad es que la utilidad del cinturón se hace patente cuando se encuentra fuertemente acoplado al cuerpo y se produce un accidente. Si en este caso el cinturón está colocado de una forma flácida y distendida su efecto resultante sobre el cuerpo del ocupante puede ser peor que en el caso de no llevar el cinturón aplicado.

La obligación impuesta a todos los conductores de llevar el cinturón debidamente colocado durante la marcha no suele tomarse con la debida seriedad por parte de muchos conductores y sus ocupantes. Ni siquiera las sanciones de la policía de tráfico han logrado convencer de que el cinturón no sólo hay que llevarlo puesto, sino que debe aplicarse al cuerpo con cierta importante tensión para que su efecto sea el esperado. Por ello, los fabricantes, afortunadamente muy preocupados de no desacreditar al automóvil como una fuente de mortandad y desgracia, han ideado dispositivos de seguridad de alta tecnología que complementan el uso (incluso indolente por parte del usuario) del cinturón de seguridad. Ello ha dado origen a los cinturones de seguridad con pretensado y a la aplicación de unos cojines de aire que se disparan en el habitáculo en caso de una fuerte deceleración, que han recibido el nombre de airbag. De estos elementos vamos a ocuparnos con extensión en el presente capítulo.

cojín permanece en estas condiciones hasta el posible momento en que se produzca un choque frontal, en cuya situación se infla de una manera extraordinariamente rápida hasta el punto de que le da tiempo de interponerse entre el cuerpo del conductor y/o del pasajero y las estructuras sólidas del automóvil cuando el desplazamiento de los cuerpos, por culpa del choque, se está iniciando.

Este cojín inflable, al que llamaremos siempre con el nombre de airbag, precisa que el conductor y los ocupantes que se encuentren frente a él, lleven abrochados debidamente los cinturones de seguridad con pretensor, pues de otra forma no se puede garantizar una intervención segura y eficiente de este dispositivo de seguridad. Para que el airbag se infle se dispone de un sensor mecánico de deceleración que es capaz de medir el valor de la deceleración que se está produciendo en la marcha del automóvil. Cuando este valor supera determinados límites para los que el sensor está tarado, se efectúa el disparo de dos detonadores que hacen reaccionar rápidamente un compuesto químico que desprende nitrógeno. Este elemento infla instantáneamente el cojín y, tal como indica la figura 1, su tejido sintético se expande y se interpone entre cabeza y cuerpo del ocupante y las estructuras rígidas de la carrocería, dándole una inmejorable protección por la calidad de blandura que tiene el airbag.

En condiciones normales, el cojín no sólo está completamente plegado sino que ocupa muy poco espacio, hasta el punto de que puede colocarse en un pequeño hueco que queda en el mismo centro del volante de un automóvil. En la figura 2 puede ver el lector un volante provisto de airbag. En todos los casos, cuando un volante va provisto de este dispositivo se anuncia en la misma tapa que lo cubre puesto que, como veremos, en el caso de tener que desmontar un volante que vaya equipado con airbag deben tomarse algunas precauciones que comentaremos a lo largo del presente capítulo.




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Un comentario en La seguridad en los automóviles

  1. Manuel Dice:

    Felicitaciones muy interesante …estoy tratando de comparar la seguridad de los autos antiguos y los modernos ..pero solo con el proposito de ensenar espanolusando el imperfecto…gracias

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