En caso de avería del automóvil en una autopista

Cuando se produce una avería durante el tránsito por una autopista, lo primero que hay que hacer es retirar rápidamente el automóvil de la calzada de rodadura y efectuar las siguientes operaciones:

  1. Situar el vehículo de modo que ocupe por completo el arcén y sacándolo de la calzada. Si la avería se nos produce circulando por la vía de la izquierda y el motor se ha quedado sin potencia, es necesario saber aprovechar la inercia del coche para llevarlo hasta la derecha, teniendo mucho cuidado con los coches que circulan a gran velocidad por las vías interiores.
  2. Una vez colocado el vehículo en el arcén, si la causa de la avería no ha sido el motor y éste se mantiene girando a ralentí o marcha lenta, cortar el encendido de modo que el motor deje de funcionar.
  3. Asegurarse de inmovilizar el vehículo de modo que no pueda desplazarse por sí solo. Echar el freno de mano y poner una velocidad corta.
  4. Conéctese el alumbrado de emergencia. De no poseer este tipo de alumbrado (cosa rara en los automóviles modernos) conectar por lo menos el alumbrado de posición, independientemente de si es de día o de noche. Esta indicación puede ser muy válida para los otros muchos usuarios de la vía.
  5. Una vez aparcado el coche el conductor no debe permitir que baje de él ningún ocupante antes que él ya que todos han de hacerlo, si ello fuera necesario, por las puertas de la derecha, es decir, las más alejadas de las vías de utilización. El conductor podrá bajar por su puerta pero con mucha precaución, teniendo mucho cuidado de hacerlo cuando no circulan vehículos. En cuanto haya descendido del automóvil deberá colocarse en la zona de la derecha del arcén. Es muy importante tener en cuenta que, aunque nos encontremos en el arcén, no estamos allí completamente seguros. Cualquier accidente impensado producido en la autopista puede lanzar sobre el arcén los restos de un coche colisionado. Si nos encontramos en el desafortunado billar de esta situación nos puede alcanzar una grave desgracia.
  6. Por la razón que acabamos de explicar será conveniente que, si se llevan ocupantes en el coche, éstos salgan del mismo y no permanezcan en él el tiempo que se tarde en resolver la situación provocada por la avería. Lo mejor es hacer que todos nuestros acompañantes se coloquen por detrás de la barrera de seguridad que suele encontrarse después del arcén. De esta manera están más protegidos frente a un casual accidente adicional.
  7. Ahora podrá abrir el capó del cofre delantero del automóvil y pasar a comprobar el origen de los daños y sus resultados. Si la avería es fácilmente reparable y está en sus manos hacerlo, debe actuar con la mayor rapidez posible pues no ha de olvidar que se encuentra en una zona de peligro. Si se trata de un pinchazo o reventón, de un recalentón del motor, del desprendimiento de un tubo de escape, etcétera, cosas que pueden ser objeto de una rápida intervención, hay que ponerse manos a la obra teniendo mucho cuidado de que los otros usuarios de la autopista no pueden ser afectados con imprudencias a la hora de ir a buscar las herramientas necesarias o durante la misma operación de reparación improvisada. Pero si la avería es mucho más profunda y se ve que no se dispone de los mínimos conocimientos necesarios, o las herramientas, o las piezas de recambio, entonces es necesario pedir auxilio.
  8. Es necesario localizar un «poste S.O.S.» que son unos postes obligatorios en las autopistas mediante los cuales cualquier usuario de la vía puede ponerse en contacto con un servicio de ayuda en carretera provisto de grúa.

En líneas generales, en las mayorías de las autopistas existen postes S.O.S. cada dos kilómetros y cada 250 metros en el caso de que las averías se produzcan dentro de un túnel. En el peor de los casos ello quiere decir que el usuario afectado de una avería siempre está a no más allá de un kilómetro de uno de estos postes.

Muchas veces el problema solamente consiste en saber si el más próximo poste S.O.S. se encuentra hacia adelante o hacia atrás en la dirección de nuestra marcha. En muchos casos existen «postes de guía» como el mostrado en la figura 4, los cuales llevan una flecha negra dibujada en la parte superior. Estos postes nos indican la dirección más próxima del poste S.O.S. Si no se encuentran estos postes de guía se tendrá que contar con el sentido de la orientación del conductor.

Posiblemente hay que llegar andando hasta al poste S.O.S. más próximo. Para llegar hasta él no hemos de fiamos nunca del arcén. Por el contrario es conveniente caminar por fuera de la zona asfaltada del arcén, es decir, por detrás de la barrera de seguridad. Jamás caigáis en la tentación de atravesar la autopista si tenéis en la parte contrario un poste S.O.S. Tal imprudencia os puede causar una desgracia irreparable y un grave accidente. En la autopista son muchos los automóviles que, incluso contra las normas establecidas, están circulando a velocidades por encima de los 160 km/h. Ello quiere decir que necesitan solamente diez segundos para hacer unos 500 metros y dos segundos para recorrer 100 metros.

Nuestro cuerpo, en dos segundos, no es capaz de hacer grandes cosas atléticas. Por lo tanto es muy difícil calcular, a ojo descubierto, cuando tres automóviles corriendo hacia nosotros a diferentes velocidades y colocados en diferentes posiciones, nos van a permitir atravesar las tres vías de una autopista. Mucho ojo, que la vida es preciosa y una vez cometido el error, aquí ya no hay reparación posible.

Antes de llamar hemos de estar seguros del punto kilométrico en que se encuentra parado nuestro vehículo para dar una exacta información de nuestra situación al servicio de auxilio. A través de la conversación desarrollada desde el poste S.O.S. ya se nos dan instrucciones pertinentes. Seguidamente deberemos esperar hasta que se produzca la llegada de la grúa. En caso de avería en una carretera de montaña.

Las características de las carreteras secundarias, en general, comportan el hecho de que éstas no dispongan de la previsión tan exquisita de que se hace gala en las autopistas. En primer lugar, los únicos postes con los que os vais a encontrar en ruta será con los postes kilométricos. Por lo tanto, nada de un cómodo teléfono o interfono de auxilio al alcance de la mano. Pero eso no es lo peor. Cuando se trata de sinuosas carreteras de montaña es muy probable que, a las constantes curvas y desniveles, se una la ausencia de arcenes. Milagroso será que se nos presente la avería precisamente en la única recta de importancia en la cual la colocación de nuestro vehículo no ofrezca peligro a los demás usuarios de la carretera dada la buena longitud a la que se divisa la presencia del vehículo averiado.

Todos estos inconvenientes modifican también las medidas de prudencia que el conductor tiene que tomar frente a una indeseada parada por causa de una inoportuna avería que no le permite continuar.

La forma de proceden más aconsejable puede resumirse en las siguientes precauciones:

  1. Al darse cuenta de la avería, en lo primero que hay que pensar es en los demás. Mirar enseguida por los retrovisores para ver si nos sigue algún automóvil, encender enseguida el alumbrado de emergencia y echarse hacia la derecha tanto como se pueda con el fin de dejar paso. Al mismo tiempo, y aprovechando la inercia del automóvil, buscar rápidamente con la vista el lugar que sea más amplio en la zona de la cuneta y, si se puede salir del asfalto, mucho mejor.
  2. Aparcar el coche de forma que deje espacio especialmente para no interrumpir la trayectoria de los otros usuarios de la carretera. Más que en nuestro contratiempo hemos de pensar en la necesidad de no incrementar los daños con la presencia de algún accidente posterior que pudiera tener graves consecuencias. Si la avería ha ocurrido a la salida de una curva, y sobre todo si ésta es de escasa o nula visibilidad, hay que esforzarse por sacar el coche de la zona de la trayectoria de los otros vehículos, y si ello no fuera posible, por el momento, establecer que alguien, entre nuestros acompañantes, se coloque a la entrada de la curva para hacer señales a los automovilistas de que moderen su velocidad o incluso que lleguen a pararse. No olvidar que para desplazar el coche podemos contar con la breve ayuda del mismo motor de arranque. Puesta la primera velocidad y con el coche embragado podremos ganar unos metros aunque sea a costa de la posible avería del piñón de ataque o del bobinado del motor de arranque. Pero esto poca importancia tiene si conseguimos evitar un accidente.
  3. Una vez sacado el coche de la trayectoria peligrosa proceder a inmovilizarlo. Para ello colocar a fondo el freno de mano y proceder a colocar una marcha corta (que tendremos que sacar si, como veremos a lo largo de este libro, nos decidimos después por efectuar algunas pruebas con el motor en marcha). Para mayor seguridad hay que proceder a calzar el automóvil, es decir, a ponerle calzos que inmovilicen las ruedas. Pueden servir, con gran efectividad, unas simples piedras grandes, del mismo tipo de las mostradas en la figura 5, colocadas a cada uno de los lados de todas las ruedas. En la colocación hay que cuidar de que las piedras ejerzan la función de cuña bajo la parte baja de los neumáticos, inmediatamente después de la zona de contacto del neumático con el suelo.
  4. Si el vehículo no hemos conseguido sacarlo por completo del asfalto es necesario disponer de unos triángulos reflectantes de aviso de avería, tales como los mostrados en la figura 6, los cuales deben colocarse por lo menos unos 30 metros, en ambos sentidos, antes y después del lugar donde se encuentra inmovilizado el automóvil. Cualquier conductor, al advertir la presencia de los triángulos, sabe que pronto va a encontrarse con un vehículo parado. Estos triángulos hay que colocarlos de forman que ocupan parte de la derecha de la calzada, de forma que sean bien visibles. De no poseer estos triángulos, aun cuando es obligatorio para todos los vehículos que formen parte de su dotación de a bordo, ingeniarse un sistema de aviso. Lo mejor es un trapo de color rojo a modo de bandera, atado en la punta de una rama cortada de un árbol o, en último extremo, la presencia de una lata de aceite; pero estos sistemas pueden no ser lo efectivos que se pretende.
  5. Una vez el automóvil esté fuera de peligro y bien señalizado y ya con los nervios sosegados, se podrá pasar a ver cuáles son sus males y a tomar las medidas pertinentes al respecto. Se puede pasar a levantar la tapa del cofre del motor y a investigar la causa de la avería. Del sistema de proceder nos ocupamos en el resto del presente manual. Si no se averigua cuál es la causa de la avería o si, por el contrario, se averigua la causa pero uno se da cuenta de que la reparación es imposible con los elementos y la habilidad con los que se cuenta, se tendrá que tomar la decisión de buscar ayuda exterior.
  6. En una carretera secundaria la única fuente de ayuda que podemos obtener es buscar a alguien que nos traslade hasta el lugar más próximo (tanto en nuestro sentido de marcha como en el contrario) en el que podamos encontrar un teléfono para ponemos en contacto con el número del «Auxilio en carretera» con el que tengamos concertado el seguro.

Pero antes de comenzar a reclamar el auxilio debemos saber con toda exactitud los siguientes datos:

  • Número de teléfono de auxilio.
  • Situación en la que tenemos aparcado el automóvil.

El número del teléfono de auxilio lo tenemos en nuestros papeles del seguro. Es probable que junto a ellos encontremos una tarjeta, similar a la de la figura 7, que contiene este número además de datos y algunas básicas instrucciones para actuar en caso de avería en ruta. Un consejo: Nunca olvidéis llevar siempre esta tarjeta del servicio de asistencia mientras conduzcáis el coche. Es buena norma adjuntarla a la misma cartera en la que lleváis la documentación de vuestro vehículo para así estar seguros siempre de que vais a encontrarla cuando la necesitéis. Por otro lado, tomar nota del punto kilométrico en que os halláis para poder dar información precisa a la grúa que tenga que venir a buscaros. En los mojones kilométricos encontraréis indicado el número de la carretera y el kilómetro. Tomar nota de estos números.

Séptima.— A partir de este momento, ya se puede pasar a pedir auxilio a otro automovilista o seguir andando hasta encontrar un lugar desde donde os dejen telefonear y poneros en contacto con la compañía de «Auxilio en carretera», desde donde ya se os darán las instrucciones precisas sobre lo que debéis hacer.

Por lo general el teléfono es de la línea 900 es decir, de aquel tipo en donde no se carga el importe de la conferencia al teléfono que llama, por lo que no vais a ocasionar ningún gasto a la amable persona que nos deje usar su teléfono. Por otro lado, los servicios de asistencia funcionan ininterrumpidamente los 365 días del año y las veinticuatro horas del día por lo que recibirán vuestra llamada en cualquier momento. Esto es todo: A partir de ahora, ya me explicaréis las peripecias y el final de esta nueva aventura que puede ser tan emocionante como incómoda o, cuanto menos, impensada e inoportuna.




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