Análisis de averías del automóvil

Un motor ya podéis sospechar que es un conjunto mecánico, eléctrico, hidráulico y hasta neumático bastante más complejo de lo que se pueda creer a primera vista. Un conjunto tan complejo tiene que estar fabricado con gran perfección de diseño y con buenos materiales para que todo quede coordinado y su funcionamiento sincronizado se comporte armónicamente; pero nunca se puede descartar que algo falle y si ello sucede hay que reconocer también que un automóvil se convierte en una fuente de anomalías y problemas. Ello es lo que da origen a una avería, cuya importancia puede ser muy variable y que, en los casos de dificultad, debe ser reparada siempre por personal experto.

En la gran mayoría de los casos, el automóvil, antes de tener una avería que lo inmoviliza, suele dar una serie de síntomas crecientes que todo conductor debería saber reconocer. De este modo, si un motor nos «avisa» de que tiene alguna irregularidad, ya sea con una mala aceleración, con un ligero ruido anormal, o con un funcionamiento irregular breve, aparecido en cualquier momento (aunque después vuelva a su funcionamiento correcto), ya tenemos una muestra de que el motor nos está comunicando que algo funcionará mal más tarde o más temprano. El conductor atento detecta fácilmente estos avisos y es hora de comenzar a preocuparse por ellos antes de que la cosa vaya a mayores. Si tenemos esta precaución y reparamos las cosas antes de salir de viaje, un gran número de las posibles averías en ruta serán, sin duda, evitadas.

eléctrico, hidráulico y hasta neumático bastante más complejo de lo que se pueda creer a primera vista. Un conjunto tan complejo tiene que estar fabricado con gran perfección de diseño y con buenos materiales para que todo quede coordinado y su funcionamiento sincronizado se comporte armónicamente; pero nunca se puede descartar que algo falle y si ello sucede hay que reconocer también que un automóvil se convierte en una fuente de anomalías y problemas. Ello es lo que da origen a una avería, cuya importancia puede ser muy variable y que, en los casos de dificultad, debe ser reparada siempre por personal experto.

En la gran mayoría de los casos, el automóvil, antes de tener una avería que lo inmoviliza, suele dar una serie de síntomas crecientes que todo conductor debería saber reconocer. De este modo, si un motor nos «avisa» de que tiene alguna irregularidad, ya sea con una mala aceleración, con un ligero ruido anormal, o con un funcionamiento irregular breve, aparecido en cualquier momento (aunque después vuelva a su funcionamiento correcto), ya tenemos una muestra de que el motor nos está comunicando que algo funcionará mal más tarde o más temprano. El conductor atento detecta fácilmente estos avisos y es hora de comenzar a preocuparse por ellos antes de que la cosa vaya a mayores. Si tenemos esta precaución y reparamos las cosas antes de salir de viaje, un gran número de las posibles averías Pero el problema más incordiante de una avería, sobre todo para una persona profana que desconoce con cierta profundidad lo que es el conjunto mecánico de un motor, es no saber hasta qué punto los síntomas que presenta un automóvil, antes de declararse una avería seria, se corresponden con esta misma avería.

Evidentemente las averías pueden ser de muchas clases: Las hay que basta con levantar la tapa del cofre para que, un mecánico competente, se dé cuenta de la naturaleza de la misma. Pero esto se da en el caso de los hechos consumados. La avería ya está ahí, ya nos ha dejado «tirados» en la carretera, ya ha abortado nuestro viaje y ya nos va a costar mucho más dinero que si la hubiéramos hecho reparar antes de salir a la carretera.

Por consiguiente, lo que interesa es este saber detectar los síntomas desde el principio y saber dar, antes de iniciar el viaje, las informaciones precisas al mecánico, el cual, ante síntomas esporádicos, solamente puede contar con la ayuda de nuestra explicación y la casualidad de que los síntomas se reproduzcan mientras él hace alguna prueba. Se trata, sencillamente, de hacer un diagnóstico, y bien saben los señores médicos que ello se lleva a cabo siempre partiendo de las confesiones de los pacientes y de la contestación precisa de éstos a las preguntas del médico. Tal ocurre también en el caso de los mecánicos.

Saber decir a un mecánico los síntomas anormales esporádicos que se han observado en un motor durante la marcha por autopista, por ejemplo, (o de un determinado ruido que parece se escucha en la zona de la rueda izquierda trasera, etcétera) no es una cosa que pueda hacerse sin ninguna mínima formación técnica o sin haber tratado, por lo menos, de informarse previamente y de haber estudiado con detalle en qué momento se produce y de qué forma lo hace (al acelerar, al retener, al pasar por un piso muy irregular, durante el ascenso de una pendiente, después de haber subido de vueltas el motor, etcétera, etcétera). Será difícil, pero nuestro objetivo en el presente capítulo dedicado al análisis de las averías, no es otro que dar las orientaciones precisas al conductor para que sepa diferenciar los síntomas, para que sepa descubrir su procedencia y para que pueda dar precisas informaciones al mecánico.

¿Que para qué puede serviros esta experiencia? Pues, sencillamente, para que las consecuencias de vuestras averías en ruta sean mucho menores o casi nulas, pues si podéis detectar en marcha una irregularidad de funcionamiento y, por lo mismo, una avería próxima, antes de que se produzca, podréis escoger la hora adecuada de llegada a un taller, os podrán hacer la reparación o, si ésta es muy complicada y no tiene fácil remedio, podréis buscar el hotel con tranquilidad y organizar con tranquilidad la inesperada parada y sus consecuencias. O ¿acaso no es esto mejor que, si no hacéis caso de los «avisos» del motor, os pase la avería a las once de la noche, os quedéis en medio de una carretera oscura como boca de lobo, poco concurrida y, si queréis ponerlo más diabólicamente difícil, a una temperatura de perros, a diez kilómetros del más próximo teléfono y con vuestro hijito pequeño y la anciana suegra en el interior de vuestra elegante berlina?

En este aspecto que os digo creo personalmente que «Análisis de averías», es decir, el presente capítulo 14, no es el menos importante de este manual. La única precaución que os recomiendo es que echéis mano de este capítulo no cuando el motor hace ¡puff! y se os para, sino en cuanto sintáis algún síntoma sospechoso. Afortunadamente, no siempre los síntomas sospechosos pueden ser causa de grandes averías; a veces pueden ser incluso desmayos del motor y no pasar nada de nada; pero, por favor: Cuando estéis en ruta y vuestros conocimientos mecánicos no sea lo que se dice precisamente «sólidos», consultadlo. Dominad vosotros la situación y no dejéis que la situación os domine.

Así pues, vamos con el asunto de las averías, enfocadas desde el punto de vista de una persona inteligente pero profana en el terreno de la mecánica, buen conductor pero con unos conocimientos mecánicos limitados, tal como nos autoriza a la mayoría de los conductores el carnet B2 de la Jefatura de Tráfico.

El sistema que voy a seguir a continuación para lograr los objetivos que acabo de exponer, por parecerme el más adecuado a la forma como se produce la avería en la práctica y como se anuncia, va a ser la de enunciar, en primer lugar, el síntoma, y luego ir recorriendo la serie de posibles causas según el comportamiento general que se observa a continuación en el funcionamiento general del motor o de aquel órgano del automóvil que se sienta afectado.

Por supuesto, las reparaciones deben ser realizadas por un mecánico en su taller pertrechado de las herramientas y máquinas precisas. Aunque en algunos casos os podría dar breves explicaciones y el propio usuario podría mancharse las manos con éxito a poca intuición mecánica que tuviera, prefiero no complicaros la vida (y menos durante un viaje) ni tampoco puedo aumentar demasiado las páginas y, por consiguiente, el precio del presente libro que, en definitiva, quiero que sea —y ha de ser— un manual y, como tal manual, manejable y fácil de colocar en cualquier lugar de la guantera, y en donde buscar y encontrar la solución a un problema aparecido de pronto en la mecánica en un momento dado, sea cosa rápida, sencilla y, sobre todo, que os aporte claras ideas sobre la importancia que el síntoma tenga de cara a una avería capaz de dejar vuestro coche varado en una cuneta.

Realizadas, pues, estas previas advertencias y aclarado de una manera clara el objetivo del presente capítulo ya me quedo más tranquilo para empezar a trabajar en él, en la seguridad de que habréis podido daros cuenta de su importancia con respecto a posible aparición de las averías en ruta.




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